Para hacer investigación en España o para tan siquiera asomar el hocico en alguna de sus ramas, hay que decidirse bien pronto en el comienzo de la carrera especialmente si uno ha decidido estudiar Psicología; esto no implica que el estudiante pueda elegir cursos que estén más o menos enfocados a la investigación o nada parecido: desde el momento en el que se toma esta decisión, uno tiene que enfocarse a hinchar la nota. Se tome el camino que se tome, lo más importante para investigar en España no es la creatividad, el entusiasmo por la ciencia, el participar en grupos de investigación como alumno interno, el ir a congresos... no, lo más importante es encerrarse en la biblioteca a estudiar horas y horas, hacer exámenes perfectos, hacer cuantos más trabajos (útiles o no) que ayuden a inflar el número final mejor, y si en algún momento esto ayudara, convertirse en el "mejor amigo del hombre" de éste o aquel profesor.
Y es que el camino a seguir, aunque no lo parezca a simple vista, es bastante sencillo. Si quieres pedir una beca de colaboración, para empezar por algún punto, ya tienes que tener una nota mínima (un 2 de 4, es decir, un notable) de media y ser aceptado por algún profesor bajo no-se-sabe-qué-referencia. Si con esa beca ves tu futuro claramente en torno a la investigación, el siguiente paso a seguir será pedir "una beca de las gordas" que te permita al menos vivir unos cuatro añitos al estilo mileurista trabajando más que un mono en una fábrica platanera. Pero no, no es tan sencillo... porque para poder acceder a una de esas becas tienes que ser un alumno brillante, y con brillante no me refiero a que tengas un curriculum vitae exquisito o que lleves tres años trabajando no remuneradamente en un laboratorio, con brillante me refiero a que has de ser un alumno que sobresalga, claro está, numéricamente; vamos, que tu media sea la mejor del mundo, ya sea a base de cursos de fisiología o de psicología social, ya sean útiles para la investigación o completamente intrascendentes para tu especialidad. Porque claro, decidir se pueden decidir algunas asignaturas, pero de las troncales y obligatorias no te salva nadie, y si son un truño que sólo pueden aprobarse sobresalientemente a base de memorización y horas de enclaustramiento estudiantil... tendrás que decidir si prefieres seguir empleando tus horas "no lectivas" en investigar en el laboratorio o investigar en los tediosos apuntes de la asignatura "introduzca su rama de sabiduría completamente inútil para su propósito" de turno.
Sean como sean las asignaturas, y sea cual sea tu nota numérica, has de saber que al final sólo contará como un número del 1 al 4. Sí, puede que tengas un 6.9, pero aunque prototípicamente esté mucho más cerca del 7 (notable), en la práctica no difiere en absoluto de un 5 (aprobado raspado). No importa si tienes un 5.2, un 5.7, un 6 o un 6.99, al final el cómputo es un "1". Y no vayas a llorarle al profesor que te ha puesto un 6.9 para que, por favor, te suba un 0.1 la nota para pasar del rango del "1" (del 5.00 al 6.99, aprobado) al rango del "2" (del 7.00 al 8.99, notable), sin desmerecer el conocimiento real que supones tener (¿realmente hay tanta diferencia entre un 6.9 y un 7?) y pasando notablemente a incrementar tu media... no, por experiencia propia se que no funciona. Pedir eso a un profesor es como escupirle en un ojo y acto seguido decir que su método de evaluación es altamente dudoso e indeseable (con mejores o peores términos). Se encuentran el orgullo estúpido y pseudosádico del profesor con el futuro académico del alumno... una batalla que raramente gana el que menos recursos (y menos ansia de sangre) tiene.
Así que, resumiendo, si te gusta la investigación pero no quieres salir al extranjero para labrarte un futuro en ésta, el único camino es a base de comerte libros. Lo siento por aquel al que le guste la biología y la neurofisiología y haya acabado en Psicología... ya que para estudiar cerebros, se le va a requerir ser un 10 sobre 10 en materias tan dispersas como psicología clínica, sociología, psicología cultural, y cualquier cosa que no venga a cuento y no haya manera de quitarse de encima. Y no es que no sean materias de interés, pero una cosa es "aprender" y otra cosa es "memorizar para hacer un examen perfecto".
Cuando me vine a Alemania a hacer la entrevista para el doctorado, no hubo una sola persona que me preguntara por mis notas. Tuve que mandar mi CV en el que se mostraba mi experiencia en fisiología, ir a presentar mi proyecto en el lab meeting, charlar con varias personas del departamento (entre ellas, el director, que es también director del instituto) y básicamente hacer una entrevista múltiple de casi un día de duración. Y, sintiéndolo mucho, mi 2 de media (que equivale a un 7.00-8.99 de media sobre 10) no fue un impedimento para acceder al puesto.
Lo siento, España, por estar investigando en un gran instituto sin ser una alumna brillante.
lunes, 16 de agosto de 2010
viernes, 6 de agosto de 2010
Desestaciones
Agosto, 6 de Agosto y el tiempo me dice que estamos a mediados de Septiembre. Hace fresco, un fresco de menos de 20° que te obliga a usar manga larga para salir a la calle. Llovizna, una fina lluvia que en Sevilla llamaríamos chiribiri, y un vientecillo de éstos con los que apetece llevar un sombrerito o una capucha si hiciera un poquitín más de frío.
Pero a ver, Alemania, ¿en qué quedamos?; ¿es verano, verano, o verano-otoño?. Pasamos de estar a más de 30° y morirnos de calor en todos aquellos sitios en los que, por más altas temperaturas que haya, no piensan en aires acondicionados ni en míseros ventiladores (a.k.a.: el instituto Max Planck), a morirnos de la pena y tener que encender la lamparita a las 3 de tarde porque las nubes chupan cualquier pequeño rayo de sol.
Y, encima, como si de España se tratase, aprovechan el verano ("verano") para levantar la ciudad y liarse a obras y, ¿por qué no?, ampliar el instituto y hacerle todas aquellas reformas mijita que el instituto... "necesite", a pesar de que la gran mayoría de gente sigue trabajando y sin vacaciones (porque claro, hace un tiempo como para cogerse una semanita e irse a la playa... *cof, cof*). Y con esas, un camión hormigonera en la puerta y un brum-brum constante, y un clack-clack por allí y un zum-zum por allá... que ni las vuvuzelas, oiga.
Enfin, que los cambios de tiempo en Alemania me traen loca, y a mi cuerpo y mi migraña estacional también; el pobrecito me pregunta: pero, pero... ¿es Otoño ya?, ¿vamos a cumplir añitos pronto?, y yo le contesto que no, que no, que aunque se sienta viejito y maltrecho es por la ausencia de sol, no por los años...
Pero a ver, Alemania, ¿en qué quedamos?; ¿es verano, verano, o verano-otoño?. Pasamos de estar a más de 30° y morirnos de calor en todos aquellos sitios en los que, por más altas temperaturas que haya, no piensan en aires acondicionados ni en míseros ventiladores (a.k.a.: el instituto Max Planck), a morirnos de la pena y tener que encender la lamparita a las 3 de tarde porque las nubes chupan cualquier pequeño rayo de sol.
Y, encima, como si de España se tratase, aprovechan el verano ("verano") para levantar la ciudad y liarse a obras y, ¿por qué no?, ampliar el instituto y hacerle todas aquellas reformas mijita que el instituto... "necesite", a pesar de que la gran mayoría de gente sigue trabajando y sin vacaciones (porque claro, hace un tiempo como para cogerse una semanita e irse a la playa... *cof, cof*). Y con esas, un camión hormigonera en la puerta y un brum-brum constante, y un clack-clack por allí y un zum-zum por allá... que ni las vuvuzelas, oiga.
Enfin, que los cambios de tiempo en Alemania me traen loca, y a mi cuerpo y mi migraña estacional también; el pobrecito me pregunta: pero, pero... ¿es Otoño ya?, ¿vamos a cumplir añitos pronto?, y yo le contesto que no, que no, que aunque se sienta viejito y maltrecho es por la ausencia de sol, no por los años...
sábado, 22 de mayo de 2010
domingo, 2 de mayo de 2010
Los misterios de la Alemania profunda
Hay una cosa que, desde hace un tiempo, me viene sorprendiendo acerca de las costumbres alemanas (o al menos la Alemania del Este), y es el afán por madrugar. En Leipzig, hay panaderías / confiterías que ofrecen desayunos a partir de las 05:30 de la mañana; si sobre esa hora te montas en el tranvía, éste irá llenito de gente que se encamina a su trabajo (que no se yo qué trabajos empiezan a las 6 de la mañana, pero aquí parece lo normal), y si vas al supermecado sobre las 09:00, las calles están altamente transitadas y hasta hay cola en la caja. Los Sábados, además, la panadería cierra a las 11:00, así que si no te espabilas y te quedaste sin pan el día anterior, te toca desayunar muesli.
Por una parte, tiene su encanto, porque recién levantada noto que la vida ebulle en la ciudad. Por otra parte simplemente no lo entiendo, no entiendo cómo esa misma vida gira tanto en torno a la costumbre de levantarse tan temprano.
En Sevilla probablemente no es que el Sábado la panadería cierre a las 11:00... probablemente, es que abra poco antes. Y ya ni que decir queda que es sobre esa hora cuando en las calles ves a las maris con sus carritos llenos de frutas y verduras, caminito de la carnicería o la pescadería de turno a tener el ratito de cháchara. Son las 12 de la mañana cuando todo comienza y al que sigue durmiendo lo despiertan o el afilador o el butanero.
Y... bueno, a las 05:30 de la mañana en Sevilla por no haber, no hay ni autobuses.
Por una parte, tiene su encanto, porque recién levantada noto que la vida ebulle en la ciudad. Por otra parte simplemente no lo entiendo, no entiendo cómo esa misma vida gira tanto en torno a la costumbre de levantarse tan temprano.
En Sevilla probablemente no es que el Sábado la panadería cierre a las 11:00... probablemente, es que abra poco antes. Y ya ni que decir queda que es sobre esa hora cuando en las calles ves a las maris con sus carritos llenos de frutas y verduras, caminito de la carnicería o la pescadería de turno a tener el ratito de cháchara. Son las 12 de la mañana cuando todo comienza y al que sigue durmiendo lo despiertan o el afilador o el butanero.
Y... bueno, a las 05:30 de la mañana en Sevilla por no haber, no hay ni autobuses.
sábado, 13 de marzo de 2010
Hannover
Es mi quinto día en Hannover, y a pesar de encontrarme con un solazo los dos primeros días, ahora lleva desde antes de ayer gris y lluvioso con lo que ir a dar un paseo o a hacer fotos no es de lo más apetecible...
No obstante, creo que en breve iré al Instituto para tocar un poco el piano, mis dos paupérrimas melodías en proceso de aprendizaje, y quizá me atreva un poco con für Elise... el problema es que el piano al que tengo acceso allí es más viejo que matusalén, y tiene una resonancia rarísima... sobre todo en los tonos graves (mitad izquierda del teclado), es tocar una tecla de la manera más suave posible, y obtener un sonido super amplificado que tarda muchísimo en desvanecerse. Aún así creo que merece la pena practicar un poquito.
Por otra parte, llevo hechos 12 estudios ya, y creo que la cosa va dando resultados... los resultados que yo esperaba, claro está! Pero aun me queda la cosita de que, cuando lleve 30ypico (mi intención es estudiar 40 pianistas) el efecto se haya desvanecido... espero que no, porque si el efecto es "real", un número mayor de participantes no haría más que reforzar los datos, pero la cosa está ahí, ahí... así que deseadme suerte.
He de decir que, de tan sólo cuatro días que he pasado aquí, ya he conectado bastante bien con los tres investigadores que están en mi planta. El instituto es pequeñísimo, es en una casa antigua y cochambrosilla, de éstas con techos altísimos y suelos que crujen con un suspiro, y como consecuencia hay muy poquita gente trabajando allí. No es como mi instituto que cada día me cruzo con alguien en el pasillo que no he visto en mi vida... aquí todo es mucho más cercano, y es una sensación que me gusta. Aparte de que es super bohemio... cuando llegan como las nueve de la noche, tanto el post-doc (André, violinista) como la PhD (Felicia, pianista) se ponen a practicar, está todo en silencio y lo único que se escucha es a cada cual tocando sus instrumentos; es una sensación curiosa, aunque claro, ahí estoy yo ensayando para el coro con la garganta más seca que una mojama olvidada en un cajón, y con mis manitas torpes en el piano. Pero bueno, tiempo al tiempo.
Eso sí, el otro día me pasó con ellos una cosa bastante graciosa. Fuímos a almorzar a un buffet oriental, y como no, de postre tenían plátano frito. André se puso un plato, y dijo: I love bananas; a lo que Felicia contestó: I am a banana. Si alguien ha visto el vídeo de "Rejected" de Don Hertzfeldt, y es fan, comprenderá la cara que se me quedó. La miré fíjamente y le pregunté que qué había dicho. Ella, toda confundida, me dijo: I am a banana, a lo que André reaccionó cogiendo una cuchara, y dijimos los tres "my spoon is too big". Fue un momento de conexión friki increíble, nos estuvimos descojonando un buen rato a costa de esto porque para los tres, era la primera vez que conocíamos a alguien que ya fuera fan de este vídeo sin ser nosotros los que lo enseñáramos. Viva el humor absurdo.
Y hasta aquí puedo leer.
No obstante, creo que en breve iré al Instituto para tocar un poco el piano, mis dos paupérrimas melodías en proceso de aprendizaje, y quizá me atreva un poco con für Elise... el problema es que el piano al que tengo acceso allí es más viejo que matusalén, y tiene una resonancia rarísima... sobre todo en los tonos graves (mitad izquierda del teclado), es tocar una tecla de la manera más suave posible, y obtener un sonido super amplificado que tarda muchísimo en desvanecerse. Aún así creo que merece la pena practicar un poquito.
Por otra parte, llevo hechos 12 estudios ya, y creo que la cosa va dando resultados... los resultados que yo esperaba, claro está! Pero aun me queda la cosita de que, cuando lleve 30ypico (mi intención es estudiar 40 pianistas) el efecto se haya desvanecido... espero que no, porque si el efecto es "real", un número mayor de participantes no haría más que reforzar los datos, pero la cosa está ahí, ahí... así que deseadme suerte.
He de decir que, de tan sólo cuatro días que he pasado aquí, ya he conectado bastante bien con los tres investigadores que están en mi planta. El instituto es pequeñísimo, es en una casa antigua y cochambrosilla, de éstas con techos altísimos y suelos que crujen con un suspiro, y como consecuencia hay muy poquita gente trabajando allí. No es como mi instituto que cada día me cruzo con alguien en el pasillo que no he visto en mi vida... aquí todo es mucho más cercano, y es una sensación que me gusta. Aparte de que es super bohemio... cuando llegan como las nueve de la noche, tanto el post-doc (André, violinista) como la PhD (Felicia, pianista) se ponen a practicar, está todo en silencio y lo único que se escucha es a cada cual tocando sus instrumentos; es una sensación curiosa, aunque claro, ahí estoy yo ensayando para el coro con la garganta más seca que una mojama olvidada en un cajón, y con mis manitas torpes en el piano. Pero bueno, tiempo al tiempo.
Eso sí, el otro día me pasó con ellos una cosa bastante graciosa. Fuímos a almorzar a un buffet oriental, y como no, de postre tenían plátano frito. André se puso un plato, y dijo: I love bananas; a lo que Felicia contestó: I am a banana. Si alguien ha visto el vídeo de "Rejected" de Don Hertzfeldt, y es fan, comprenderá la cara que se me quedó. La miré fíjamente y le pregunté que qué había dicho. Ella, toda confundida, me dijo: I am a banana, a lo que André reaccionó cogiendo una cuchara, y dijimos los tres "my spoon is too big". Fue un momento de conexión friki increíble, nos estuvimos descojonando un buen rato a costa de esto porque para los tres, era la primera vez que conocíamos a alguien que ya fuera fan de este vídeo sin ser nosotros los que lo enseñáramos. Viva el humor absurdo.
Y hasta aquí puedo leer.
sábado, 6 de marzo de 2010
¿Que a la primavera se le ve el plumero?
Hoy hay diez centrímetros de nieve en la calle, así que vuelta al blanco, al frío polar y a los resbalones intempestuosos. Según Johannes, camino "gracioso" cuando voy por encima de la nieve, como buscando forzadamente un equilibrio un tanto patoso; las cosas de no estar acostumbrada a no pisar "tierra firme".
Hoy, os dejo una pieza de piano con la que estoy últimamente obsesionada:
Estoy casi cien por cien segura de que un fragmento aparece en un anime, pero no doy con la tecla. Se aceptan sugerencias.
¡Menos mal que en la vida existe el Netto, supermercado baratuelo donde he encontrado montones de porqueridas chocolatosas sin un ápice de lactosa!
Hoy hay diez centrímetros de nieve en la calle, así que vuelta al blanco, al frío polar y a los resbalones intempestuosos. Según Johannes, camino "gracioso" cuando voy por encima de la nieve, como buscando forzadamente un equilibrio un tanto patoso; las cosas de no estar acostumbrada a no pisar "tierra firme".
Hoy, os dejo una pieza de piano con la que estoy últimamente obsesionada:
Estoy casi cien por cien segura de que un fragmento aparece en un anime, pero no doy con la tecla. Se aceptan sugerencias.
¡Menos mal que en la vida existe el Netto, supermercado baratuelo donde he encontrado montones de porqueridas chocolatosas sin un ápice de lactosa!
martes, 2 de marzo de 2010
Leipzig
Siempre se me ha dado bastante mal esto de tener un blog en el que mantener una cierta sistematicidad a la hora de escribir; me pasa desde pequeña, nunca pude tener un diario y escribir en él sin arrepentirme al minuto, releer lo escrito, pensar que "yo jamás quise decir eso", y acto seguido hacer un gurruño con la página. Pero no se, creo que va siendo hora de tener un espacio en el que contar idas y venidas, aventuras y desventuras ahora que estoy tan lejos de casa, de mis calles, mis desayunos guays con aceite, tomate y café, y mis ratitos de sol sevillano.
Por contra, he de decir que después de un invierno bastante jodido en cuanto a temperaturas diarias que nunca estaban por encima de 0, nieve constante (con el consecuente lío respecto a calles y direcciones, porque todo se escondía debajo de un espeso manto blanco y en ocasiones resplandeciente), hielo mortífero (aún no comprendo como no me he caído ni una sola vez), y bueno, todo aquello a lo que no estoy acostumbrada en un invierno "de verdad"... ahora la primavera empieza a asomar el hocico. A veces llueve un poco, lo justo, pero amanece con un sol amarillento y fuerte y... no se, a la primavera se le ve el plumero y creo que es justo lo que ando necesitando.
Tengo muchas ganas de ensayar para el coro, creo que el concierto de primavera (también conocido como Spring concert!) va a ser genial, hay tantas canciones que me gustan... como ejemplo, aquí un enlace a una canción yiddish: dona, dona. Nosotros sólo cantamos un verso en yiddish (el primero en este vídeo), el resto, dos versos en inglés y uno en alemán. Pero el acento yiddish es genialérrimo... es bastante difícil, y por eso me gusta tanto.
Chava Alberstein - Dona, dona
Ahora mismo estoy en plena mudanza, lo cual quiere decir que tengo un pie en el piso nuevo y un pie en la calle. Bueno, en la calle no... me quedo en casa de Johannes, mi "profesor de piano" (aunque creo que empieza a no funcionar, la confianza da asco y cuando me manda deberes de piano que me aburren, me niego a hacerlos, y ahí se queda la cosa... hasta que no se agencie un bambú o una fusta, poco hay para avanzar). Me gusta despertarme y beber té mientras él toca el piano, y escuchar Chopin, o Scriabin, mientras yo ensayo mentalmente para el coro.
Ah, y he decidido que quiero comprarme el ukelele con forma de calaverita de una sola cuerda, visto en el blog de Mikimono, e inicialmente recomendado por Lupo (y su increíble poder mutante). Una sola cuerda... ideal para mí! Una mezcla entre flojera e ineptitud total a la hora de formar acordes imposibles con los deditos.
Y con esto y un bizcocho... a lavarme los dientes y tirar para el instituto.
Por contra, he de decir que después de un invierno bastante jodido en cuanto a temperaturas diarias que nunca estaban por encima de 0, nieve constante (con el consecuente lío respecto a calles y direcciones, porque todo se escondía debajo de un espeso manto blanco y en ocasiones resplandeciente), hielo mortífero (aún no comprendo como no me he caído ni una sola vez), y bueno, todo aquello a lo que no estoy acostumbrada en un invierno "de verdad"... ahora la primavera empieza a asomar el hocico. A veces llueve un poco, lo justo, pero amanece con un sol amarillento y fuerte y... no se, a la primavera se le ve el plumero y creo que es justo lo que ando necesitando.
Tengo muchas ganas de ensayar para el coro, creo que el concierto de primavera (también conocido como Spring concert!) va a ser genial, hay tantas canciones que me gustan... como ejemplo, aquí un enlace a una canción yiddish: dona, dona. Nosotros sólo cantamos un verso en yiddish (el primero en este vídeo), el resto, dos versos en inglés y uno en alemán. Pero el acento yiddish es genialérrimo... es bastante difícil, y por eso me gusta tanto.
Chava Alberstein - Dona, dona
Ahora mismo estoy en plena mudanza, lo cual quiere decir que tengo un pie en el piso nuevo y un pie en la calle. Bueno, en la calle no... me quedo en casa de Johannes, mi "profesor de piano" (aunque creo que empieza a no funcionar, la confianza da asco y cuando me manda deberes de piano que me aburren, me niego a hacerlos, y ahí se queda la cosa... hasta que no se agencie un bambú o una fusta, poco hay para avanzar). Me gusta despertarme y beber té mientras él toca el piano, y escuchar Chopin, o Scriabin, mientras yo ensayo mentalmente para el coro.
Ah, y he decidido que quiero comprarme el ukelele con forma de calaverita de una sola cuerda, visto en el blog de Mikimono, e inicialmente recomendado por Lupo (y su increíble poder mutante). Una sola cuerda... ideal para mí! Una mezcla entre flojera e ineptitud total a la hora de formar acordes imposibles con los deditos.
Y con esto y un bizcocho... a lavarme los dientes y tirar para el instituto.
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